domingo, 27 de enero de 2013

Mirar hacia dentro


Un texto de San Agustín (Confesiones, libro X), para los que seguís creyendo que los viajes de fin de semana hay que hacerlos hacia afuera:

"Se desplaza la gente para admirar los picos de las montañas, las gigantescas olas del mar, las corrientes de los ríos, el océano y las órbitas de los astros, mientras se olvidan de sí mismos, y no se maravillan de que yo, al nombrar todas estas cosas, no las veo con mis ojos. Y, sin embargo, sería incapaz de hablar de ellas si interiormente no viese en mi memoria las montañas, el oleaje, los ríos..., con dimensiones tan grandes como si los viese fuera".

Les animaba con esto a mis alumnos a rebelarse contra lo que nos rodea (la salida, la huída, el éxtasis químico, el alcohol, los planes historiados), a darle la patada a nuestra existencia en la 'exterioridad' y a mirar hacia adentro.

"¿Cuántos de vosotros ha dedicado en los últimos siete días algún minuto a escribir para intentar ordenar sus propias ideas?", les preguntaba. "¿Cuántos de vosotros ha dedicado en los últimos siete días algún minuto a escribir para intentar ordenar sus propias ideas?", os pregunto.

La conocida frase de Pascal: “Toda la desgracia de los hombres viene de una sola cosa, que no saben quedarse tranquilos en una habitación.”


J. Aranguren

martes, 1 de enero de 2013

Sobre el tiempo


Tarde en urgencias de un Hospital. Acompaño a un hombre doliente con una hernia en las vértebras del cuello. A una cortina de distancia, una mujer mayor -acompañada por su hija, que la va animando- lucha medio inconsciente por lograr aire. El enfermo, cansado, aburrido, aprensivo, se queja de su aburrimiento.

"Se hace inacabable estar en esta cama de hospital", comenta. 

"No. Lo que pasa es que es puro tiempo. Habitualmente tenemos cosas que hacer, y así evitamos la conciencia del pasar. Pero lo tuyo aquí es tiempo vacío de distracciones, y por eso se convierte en carga. En eso consiste aburrirse, y lo contrario es la diversión: un tiempo distraído, esto es, que pasa sin ser notado. Todo eso es lo mismo que afirmar que somos un ser para la muerte. Aunque también quiere decir que nuestro premio sólo puede consistir en la eternidad, un ser tan intenso que se disfrute siempre con la plenitud del instante, del ahora". 

A estas alturas del discurso, y con una tal Carmen agonizando a tres centímetros, mi enfermo ya se había dormido.

J. Aranguren