domingo, 12 de febrero de 2012

Sentir el corazón entre los brazos


Me quedé observándola. No sabía si llorar de felicidad o reírme por los nervios. La tenía en mis brazos. Una lágrima rodó suavemente por mi mejilla. La volví a mirar pero esta vez con más detalle. En ese momento cuestioné mi capacidad como persona. Preguntas invadieron mi mente. - ¿De verdad soy la persona que una vez soñé ser? ¿Cómo seré con ella? ¿Acaso me admirará algún día?-. Todo pasa tan rápido y ahí, en ese instante, me doy cuenta que la vida es tan corta que parpadeas y pasan años. El pasar del tiempo nos hizo reír, nos hizo llorar, nos hizo ser mejores personas… o peores. También me dio muchas lecciones. Ese es el momento en el que te das cuenta de que vas a crear nuevos recuerdos, nuevas expectativas, nuevos sentimientos y que nadie podrá detenerlo. Me quedé observándola y esta vez pensé cómo la haría feliz. Una caricia, un beso, un abrazo. – Solo necesita cariño – escuché, y sentí cómo mi corazón latía. 

Como en las películas empezó a sonar música de fondo. Era suave y transmitía mucha tranquilidad. Tenía cerrados los ojos y descubrí que es perfecta. No encontraba palabras para decir todo lo que pensaba. Solo quedábamos ella y yo internadas en otro mundo, de sueños y de fantasía. Y la seguía viendo. Me preocupé por el dolor que algún día sufriría, por el maltrato que le causaría otra persona, por la decepción que quedaría en su cara. – El mundo no es un lugar seguro para Camila – dije en voz alta mientras mi cara expresaba tristeza. A lo que mi madre respondió: - se sentirá segura contigo ya vas a ver. La tengo que proteger, era lógico, pero cómo. Volví a cuestionarme pero hay que aprender que la vida está llena de momentos perfectos, de miedo, de tristezas, de felicidad, de tantas cosas que nos enseñan cada día a vivir.

Ella simplemente es mi perfecta creación. Sentí su corazón entre mis brazos y sabía que la iba a amar siempre. Es ese amor de madre que no es falso, que no miente, que no necesita mentir. Es ese amor que supera los límites y ¿qué límites son los que necesita ese amor? Ahora pienso y pienso, y me pregunto ¿cuántas veces sentí ese corazón entre mis brazos?

Rebecca González

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