sábado, 24 de agosto de 2013

El Promedio Académico




La idea de lo que implica un promedio académico se ha intentado enfocar de maneras bastante realistas. No obstante, al llevar dicha idea a la práctica, se deforma a tal punto que el promedio académico termina por ser un concepto totalmente ambiguo. Para los estudiantes, como lo es mi persona, un promedio representa simplemente un estímulo para impulsarlos a sobrepasar sus propios límites, aunque pueda causar el efecto contrario llegando incluso a ser motivo de depresión para algunos. Sin embargo, también el promedio académico es una representación cuantitativa de los conocimientos del alumno, lo cual le facilita a los interesados una visión de sus capacidades con miras al futuro.

Existen, a mi criterio, dos tipos de estudiantes: El estudiante tradicional y el estudiante analítico. El primero utiliza como principal herramienta de estudio la memorización, mientras que el segundo busca el por qué de cada concepto. Creo que el método analítico es el más efectivo para un saber realmente provechoso, que nos ofrezca una mejor preparación ante las diferentes situaciones de la vida.

 Al respecto, quizás algunos profesores contradigan mi opinión, pues valoran más la capacidad de memorización en sus alumnos que la puesta en práctica de los conocimientos adquiridos. Sólo hay que observar un examen y analizar las preguntas formuladas en el mismo, y preguntarnos cuál es el método más utilizado para obtener la nota máxima. La respuesta es: memorización, pues el hecho de formular un ítem para que el alumno escriba un concepto determinado no representa un desafío si la definición ya está memorizada.

No obstante, estoy casi seguro de que si a uno de esos alumnos se le coloca en una situación de emergencia en la cual deba utilizar sus conocimientos para saber qué hacer en el caso de que una serpiente pique a un compañero, por ejemplo, tendría que evocar la definición que memorizó anteriormente sobre el veneno de una cascabel y cómo retrasarlo, y, posteriormente, traducir esta definición a palabras que sean perfectamente conocidas por él mismo; sólo traduciendo el concepto a su propio lenguaje, en ese momento, podría ayudar a su amigo. Según mis cálculos, lamentablemente, para el momento en que esa persona haya realizado semejante proceso, ya su compañero habrá muerto.

Los estudiantes analíticos se esfuerzan cuando se les presenta una prueba de memorización, pues para ellos es un desafío expresar la definición con sus propias palabras y que sea equivalente al concepto original. La peor parte es que, al final, el alumno tradicional obtiene la nota máxima sin ni siquiera el tercio del esfuerzo del alumno analítico. El primero quizás obtenga un 19, mientras que el segundo se tendrá que conformar con un modesto 16 por el esfuerzo.

Claro está que hay quienes realizan una especie de transacción entre lo analítico y lo tradicional, pues el ser humano siempre buscará el camino más fácil para llegar a un mejor resultado. Algunos maestros nos han dicho que no debemos elegir el camino más fácil, pues normalmente trae consecuencias desagradables; pero mientras ellos realizan semejante afirmación, terminan, indirectamente, promoviendo lo contrario. Hay que advertir que las evaluaciones de memorización pueden causar una gran controversia en la mente de ya sea un adolescente como un niño, pues ellos necesitan ser educados por personas que respalden sus palabras dando ejemplos, ya que están pasando por un período de desarrollo en el que necesitan ser instruidos por personas que estén seguras de sus palabras. Estas enseñanzas deben servir para que cuando las personas estén en su máxima etapa de desarrollo, puedan tener sus propias opiniones que beneficien a una sociedad con tantas necesidades.


Apoyándome en estas críticas, considero necesario persuadir a todos los maestros y profesores a que adopten un método de evaluación distinto a la memorización; y para los alumnos, sean siempre alumnos analíticos, pues esto les va a traer una recompensa, y, aunque tengan profesores que evalúen con el método tradicional de memorización, sigan estudiando con el método analítico, y sigan teniendo un pensamiento rico en inteligencia y en capacidad de dar una opinión crítica. No se obsesionen con los promedios si sus resultados no son tan atractivos como los esperaban, pues siempre la tentación les inclinará al camino fácil. Ignora dicha tentación, y sigue nutriendo tu pensamiento. 

Juan Diego Fernández Lebrún