sábado, 10 de noviembre de 2012

Recuerdos de Bilbao



Golpeteo de lluvia en el patio interior: un tamborilero percute sin pausa los bancos de plástico barato y blanco colocados junto a la fuente. En el cielo la paleta de grises vomita rutina, cubre de sombras, no despereza el sueño, y en ella parece que todo se repite (las jornadas largas, los momentos tristes, las despedidas en las estaciones, los besos robados). La calle resta medio vacía, sin transeúntes atrevidos cubiertos por capas de plástico; sin conciertos de paraguas que se dan la vuelta por el aire y son acompañados por los ayes y las risas de quienes van quedando expuestos (a veces el contratiempo invita a eso, a la broma, como si casi todo lo que compone la trama de la vida perteneciera al género bufo). A las nueve de la mañana el estallido inesperado de un trueno solitario pone a la ciudad en pie: ha sido tan recio que en la memoria de muchos se han dibujado los tiempos de las bombas en Bilbao. Yo, entre tanto, sigo con el cansancio profundo que sucede a la mononucleosis: cada fibra muscular, la totalidad de las neuronas, el alma que habita en los huesos, no me hablan más que de fatiga. Y desde mi butaca, en esa habitación del piso bajo del patio interior donde el jinete de la lluvia 'viene tocando el tambor del llano' (Lorca), disfruto en mi detenida existencia de penumbra.

J. Aranguren

POEMARIO




Para Greis...


Mi Dios me ha creado
Mi Dios me ilumina si es su voluntad
Estoy encadenado por la médula a su palabra
Vaya  juego estratégico que hacen la cama y tu figura
de vez en cuando me tomas de la mano
Cariñosa, cuando hago el amago de levantarme
y caigo de nuevo a tu cuello
y sigo y sigo no sé cuantas veces
aleteando, como polluelo que se ahoga en el letargo
y la vida se me va entre tus sonrisas
tomo la copa, te la derramo en la cara
enciendo los inciensos más caros y los pongo en cada lugar de la casa por donde tu pases
toco el arpa que nunca aprendí hasta dejar las uñas
y toco con los huesos
canto súplicas, digo llorando
¿siempre he estado llorando?
que suspires a mi costado
que suspires para que se me termine de quebrar el pecho
tomes tu parte y  hagas por fin lo que tienes que hacer
pero sonríes
y de nuevo el sol rojo marcado en la frente
En la misma piedra
en la misma orilla
sobre la misma ola
Tengo un perro que habla de silencio
a veces me cuesta un poco de trabajo entenderle
pero nada que sea muy raro
él sabe cómo hacer su trabajo
antes de que la eternidad se pariera
él saltaba y ladraba, y chorreaba la saliva que nunca salía de su boca
porque caía hacia la nada
y yo pensé, que complicado todo esto
y él me dijo      nada
no gesticuló, pero eso me dijo
a veces lo entiendo
para qué proferir palabra
todas la eternidades y las abuelas de la eternidades
están diciendo
ya no habrá más nada que decir
seguro ni qué pensar
ni qué apuntar con el dedo
ni nada que impresione
ni nada que alarme
ni nada que valga la pena responder
ni tocar, ni oír, ni saborear
si quiera la nada digo ya debería ser posible
por eso calla
cierra los ojos
se traga la lengua
escupe la piel y los huesos
se apaga el alma y desaparece de mi mente y mis recuerdos
para la eternidad siempre.
Jesús Mantilla