Todos los jóvenes queremos tratar de imitar a esa persona que nos quita el
aliento, sin saber si es para nuestro bien o para nuestro mal, y tú formas parte de
ellos; cambiar nuestros gustos, nuestra personalidad, sólo para agradar a una
persona que no te toma en cuenta y ni siquiera sabe que existes.
Sólo hay una persona en este mundo que sí sabe quién eres y que quiere el
bien para ti, pensarás ¿quién podría ser?, y al decir el nombre, dirás: “él no
está de moda”… Esta vez te equivocas… Jesucristo es el hombre perfecto, es el
camino, la verdad y la vida. Sueñas con vivir una vida perfecta y yo, una cristiana
igual que muchos, te diré cuál es el camino: imitar la vida de Jesús. No en su
totalidad, pero sí en sus actitudes más profundas, como la humildad, la
obediencia, la oración, la verdad. Sólo con esto tu vida será perfecta, y Jesús
no las enseñó al saber nuestro origen, nuestra felicidad y nuestro destino
final. Somos vida porque Él nos dio la gracia para poder vivir esa perfección.
Entendemos el mal que cometemos al “imitar” a una persona que al final no
son ellos mismos, nosotros podemos cambiar al mundo, podemos cambiar esa forma
de pensar.
Desde el bautizo, desde que somos hijos de Dios, cumplimos eso que le
llamamos filiación divina; esta palabra tú la puedes poner de moda, practicando
esa perfección que tanto deseas tener, y que muy fácil tú la puedes cumplir. Sé
que serás capaz de entender este mensaje, esta reflexión que podrá ayudarte a
tener esa vida perfecta sin tener que imitar a aquella persona que no te
entiende, que no te ama, que no sabe realmente quién eres y que no te lleva a
vivir esa vida que la tenemos a un paso de nosotros.
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Giovanna Urdaneta
14años
Bachiller segundo año, Colegio Altamira