jueves, 29 de marzo de 2012

Mi modelo a seguir, tu modelo a seguir




Todos los jóvenes queremos tratar de imitar a esa persona que nos quita el aliento, sin saber si es para nuestro bien o para nuestro mal, y tú formas parte de ellos; cambiar nuestros gustos, nuestra personalidad, sólo para agradar a una persona que no te toma en cuenta y ni siquiera sabe que existes.

Sólo hay una persona en este mundo que sí sabe quién eres y que quiere el bien para ti, pensarás ¿quién podría ser?, y al decir el nombre, dirás: “él no está de moda”… Esta vez te equivocas… Jesucristo es el hombre perfecto, es el camino, la verdad y la vida. Sueñas con vivir una vida perfecta y yo, una cristiana igual que muchos, te diré cuál es el camino: imitar la vida de Jesús. No en su totalidad, pero sí en sus actitudes más profundas, como la humildad, la obediencia, la oración, la verdad. Sólo con esto tu vida será perfecta, y Jesús no las enseñó al saber nuestro origen, nuestra felicidad y nuestro destino final. Somos vida porque Él nos dio la gracia para poder vivir esa perfección.

Entendemos el mal que cometemos al “imitar” a una persona que al final no son ellos mismos, nosotros podemos cambiar al mundo, podemos cambiar esa forma de pensar.

 Desde el bautizo, desde que somos hijos de Dios, cumplimos eso que le llamamos filiación divina; esta palabra tú la puedes poner de moda, practicando esa perfección que tanto deseas tener, y que muy fácil tú la puedes cumplir. Sé que serás capaz de entender este mensaje, esta reflexión que podrá ayudarte a tener esa vida perfecta sin tener que imitar a aquella persona que no te entiende, que no te ama, que no sabe realmente quién eres y que no te lleva a vivir esa vida que la tenemos a un paso de nosotros.
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Giovanna Urdaneta
14años
Bachiller segundo año, Colegio Altamira

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