sábado, 13 de abril de 2013

Cuento



Cuando estudié en el preescolar hice muchos amigos, amigos de infancia, de esos que nunca se olvidan, y que te marcan de por vida. Tenía un amigo que era demasiado especial para mí. Solíamos, todas las tardes, salir al parque a jugar, o a hacer alguna actividad juntos. Cuando salí del preescolar él recorrió un sendero distinto al mío. Sus padres lo inscribieron en un liceo público al otro lado de la ciudad y más nunca supe nada de él.

Años después me lo conseguí. Ya me había graduado y él también, imagino. Lo vi de lejos, me acerqué  y le sonreí… él lloró. No me esperaba esa reacción. Rompió en llanto y me abrazó, se mantuvo por un minuto en esa posición y en ese estado de depresión; temía interrumpir su desahogo, y a la vez sentía pena de preguntar qué le pasaba, pero tuve la valentía de hacerlo.

-          -Valentín, ¿Qué te ocurre?
-          -¿Has hablado alguna vez con nuestros excompañeros del preescolar?
-          -No, hace mucho tiempo que no. Pero, ¿por qué lloras y me abrazas?
-          -Porque todos están muertos men, todos han sido asesinados, y nunca pude despedirme de ellos, por eso me despido de ti, antes de que te lleven también.

POR UNA VENEZUELA SIN VIOLENCIA.
Juan V. L.

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