Anna Karenina, la reconocida historia sobre una mujer infiel, parte del
siguiente enunciado: “Todas las familias felices se parecen unas a otras, cada
familia desdichada lo es a su manera”. A partir de esta afirmación Tolstoi arma
la estructura de su historia y comienza la tragedia. El escritor ruso buscará
comprobar dicho enunciado en el transcurso de la novela a través de actitudes y
acciones humanas concretas, comunes en los hombres de todos los tiempos, que
reflejan la virtud y el error humano.
Anna va a San Petersburgo a arreglar el matrimonio de su hermano y
termina por destruir el suyo. Conoce a Vronski, un hombre joven y bien
posicionado de la alta sociedad, de quien se enamora locamente. Destruye las
ilusiones de Kitti y le abre camino a Levin para que en un futuro ambos
personajes, juntos, sean felices.
Las relaciones más importantes de la historia serán, entonces, la de
Anna y Vronski (en el lado de las relaciones infelices), y la de Kitti y Levin
(en el lado de las relaciones felices). El primer matrimonio (“infeliz a su
manera”) basado en las decisiones egoístas de los miembros de la pareja; y el segundo
(“igualmente feliz”), basado en decisiones generosas, de entrega a la otra
persona, que permiten que una relación se sostenga en el tiempo.
En la construcción de los personajes Tolstoi no deja de ser práctico, no
pinta personajes abstractos e identificables para el lector, sino que, con la
vida de cada uno de ellos, logra acercarse a cuestiones humanas, y enseñarnos
cosas útiles que ha aprendido sobre el comportamiento de los hombres.
Levin, el personaje con el que el mismo escritor dice identificarse,
representa el prototipo de aristócrata acomodado que lucha entre la comodidad y
la persecución de grandes ideales. Es un buen hombre, no le hace mal a nadie,
pero el problema es que no hace tampoco ningún bien. Tiene grandes ideas en la
cabeza, de las que la nobleza obliga a saber, pero carece de
la virtud suficiente para ponerlas en práctica. Así es como su hermano Serguéi
dirá sobre él: “también él tiene su filosofía al servicio de sus inclinaciones”
Kitti, su futura esposa, es el caso contrario: un alma apasionada por
las cosas del espíritu que se empeña en salir de sí misma. Aunque inocente e
inexperta en las cuestiones de la vida, lucha por ser una mujer virtuosa.
Tolstoi lo refleja en un pasaje de la novela cuando Levin y Kitti van a visitar
a Nikolái (hermano de Levin) y ella se encarga de cuidarlo en sus últimos días
de enfermedad. Su actitud deja en claro de qué tipo de mujer se trata:
“Tenía aquella animación y actividad mental que se despierta en los
hombres ante el combate, ante la lucha, en los momentos peligrosos y decisivos
de la vida, en que un hombre demuestra su valía y que todo su pasado no ha
trascurrido en balde, sino como preparación para ese momento”.
Por otro lado nos encontramos con los “infelices” de esta historia, con
Anna y Vronsky. A través de la protagonista podemos ver a la perfección cómo
puede llegar a obrar el error en una persona que vive en él: Anna se empeña en
vivir una aventura amorosa a costa de su conciencia, y aquella lucha interna
que combate, por no estar satisfecha consigo misma, la lleva al suicidio.
Lo que hace al matrimonio de Anna y Vronsky un matrimonio “infeliz a su
manera” es el peso de la conciencia que se opone al capricho amoroso producto
de la pura pasión, a considerar el “pensar en uno mismo” como el objetivo de la
verdadera felicidad.
Para esclarecer la naturaleza de esta relación Tolstoi escribe otro
enunciado que dará pie al famoso suicidio:
“Para emprender algo en la vida familiar es preciso que exista entre los
cónyuges una separación total o un acuerdo basado en el amor. Cuando las
relaciones entre los cónyuges son indefinidas y no existe ninguna de estas dos
cosas, nada puede llevarse a cabo. Muchos matrimonios pasan años enteros en un
punto muerto, incómodo para ambos, sólo por no existir la separación completa
ni el acuerdo”.
Partiendo de esto, cada uno (Anna y Vronsky), luego de que su relación
quede por un tiempo en “un punto muerto”, va a lo suyo. Entre ellos ocurre “una
separación total”. Ella, loca, se encamina hacia el tren y él, harto de la
locura de su mujer, la descuida. No logran salir adelante como todo matrimonio
feliz, a través de “un acuerdo basado en el amor”… pero cumplen con su papel de
“infelices a su manera”, mientras que los felices siguen siendo “todos
iguales”.
Gabriel Capriles.
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