Plutarco, San Luis IX de Francia, Luis de Turingia, Santo Tomás
Moro, Johann Sebastian Bach, el zar ruso Nicolás II, Victoria de Inglaterra,
Marie Curie, Gilbert Chesterton, Jacques Maritain, Carlos de Austria,
Andre Maurois, John Ronald Tolkien… Personajes que hicieron historia, pero, ¿y
sus cónyuges? ¿Será cierto que detrás de cada gran personaje se esconde una
gran mujer, un gran hombre? ¿O será no más que un dicho incierto?
Un gran libro nos lo da a conocer, “21 matrimonios que hicieron
historia” de Gerardo
Castillo. Al fin somos capaces de voltear a ver la segunda cara de la moneda,
aquella escondida, ensombrecida, para lograr tan sólo una meta: el progreso
profesional y personal de la primera cara, aquella dada a conocer al mundo, por
la fuerza con que la sostiene la cara escondida.
Esa cara escondida es justamente la persona que al lado de la otra
hicieron posible cosas magníficas, méritos que la mayoría de las veces
atribuimos a uno sólo cuando realmente son dos los que lo consiguen, dos caras
transformadas en una, en una misma pieza, en un matrimonio, en una historia de
amor sin comparación que los llevo a ser los cónyuges más felices del mundo por
medio de un amor recíproco, un amor que a pesar de las dificultades nunca se
extinguió sino que floreció y trajo frutos extraordinarios como la santidad,
grandes obras literarias y filosóficas, grandes composiciones musicales,
descubrimientos científicos, reinados de gran prosperidad, sucesos trágicos,
etc.
Cada historia de amor organizada cronológicamente nos da a conocer
que el verdadero amor no desaparece con el tiempo, que está presente en las
buenas y en las malas, que perdona y, lo más importante, que no depende de
época, contexto social o siglo alguno. Así lo demuestra la cronología, con
matrimonios desde el año 46 d.C. hasta el siglo XXI.
En fin, todo el libro nos demuestra con sus grandes historias de
amor, que éste no se basa en un noviazgo eterno, en una juventud y pasión que
se extinguirá tan sólo con la muerte; todo lo contrario, es una lucha constante
de volverse a enamorar, de acompañarse en las buenas y en las malas y de ser
una sola persona, una sola pieza.
Gabriel Capriles
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