Todo comenzó la tarde del día de ayer, cuando un hombre ya mayor se montó en el muro de su casa a defender su propiedad hasta la muerte. Con fusil en mano evitaba que guardias allanaran su hogar, pues no estaba de acuerdo con la autoridad del Gobierno que había ordenado su detención por ser la mente maestra de la muerte de un motorizado, degollado por un mecate en la Rómulo Gallegos.
Comía en el restaurante chino de Alto Prado cuando cientos de rumores me
llegaban por el celular y por las voces de la gente que comía a mi alrededor
“Está a punto de disparar, dice que si llegan a entrar a la casa comienza a
matar” “Ha mostrado una foto con toda sus armas, este tipo es un loco pero me
parece bien que se defienda” “Dice que no se entregará a un régimen asesino;
dice que ayuden a su familia a salir de la casa porque él de ahí sale muerto”
Entre rumores, unos más falsos que otros, mi padre aseguraba con toda
certeza que allí no estaba pasando nada. Que ya los miembros de la DIM y de la
Guardia Nacional se habían marchado, que todo andaba con normalidad. Así que
salí del restaurante chino, me monté en mi carro y fui hacia mi casa,
ubicada un poco más abajo de la residencia de los Vivas.
En el camino todo circulaba con tranquilidad, hasta llegar a la calle en
frente de Galerías Prados del Este donde se comenzó a sentir el ambiente
guarimbero: decenas de personas llevando neveras, palmeras.., para formar una
barricada capaz de evitar el paso de los guardias y la posible detención del
viejo general que algunos aún tildan de sollado. Decidí acercarme a tomar
fotos… para saciar la inquietud de todo comunicador por informar.
Me metí entre guarimbas. Con apenas pasar mi carro y darme cuenta que
los manifestantes estaban trancando para los dos sentidos de la Av. El Paseo,
tuve que esperar un buen rato hasta lograr pasar. Palmeras quemadas, neveras y
otros desechos, fue lo que entonces ardía en la guarimba que construían los
jóvenes y algunas Doñas, de esas que no se cansan, para proteger al General.
Otros hombres cargaban el tronco de un árbol, que a diferencia de los gochos
que trataban de imitar, empujaban con la ayuda de un carro.
…Aún sigo trancado entre guarimbas, entre dos guarimbas “sinceras” que
resguardan la seguridad del General y a mí no me dejan salir de mi casa para ir
a trabajar por un mejor país o a acompañar las manifestaciones pacíficas con
sentido que ahora los estudiantes han propuesto en su agenda. Mientras,
también, toda Caracas trancan las calles. El lado este, claro, el oeste anda
trabajando… ¿y esas guarimbas en Caracas de este lado pa´que?... para permitir
la simple manifestación de un pueblo espontáneo que no le da tiempo para usar
su cabeza en algo más inteligente; que estorba la unión, en vez de construir
algo que busque unir a todos los venezolanos.
Gabriel Capriles
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