martes, 29 de septiembre de 2015

Carta a una joven que quiere abortar


Querida joven:

Me he enterado de tu decisión. Créeme que, a pesar de todo entiendo lo que sientes, pero quiero que leas esto antes de hacer cualquier cosa. Olvida esa cultura que lamentablemente se encuentra arraigada en nuestra sociedad y detente a valorar las cosas...              
                              
                                               
Me dices que eres joven, que te falta mucho por vivir y comprendo que, a tu corta edad, sueles confundir las emociones, las pasiones y los sentimientos; pero tienes que aprender a tener más control de ti. También sé que sueles confundir el amor con la entrega sexual, pero ¡ánimo!, ciertamente, el sexo tiene como fin intrínseco el amor y está conjuntamente unido con la reproducción. Pero ¿qué es el amor?, Te echas al olvido sin pensarlo… es un acto voluntario en el cual buscamos la posesión de un bien. Debes buscar el verdadero amor,  ya que el hombre sin ello no es nada, y es que aún inconscientemente siempre buscamos el bien pero no sólo el nuestro, sino también el bien del amado. Luego la entrega sexual debe ser la donación de la persona entera, y es que el cuerpo no es algo que se posee como una cosa, es algo que te constituye como el ser que eres. Tienes una vida por delante, ¡Valórate!

No te dejes influenciar por los que te dicen que abortes; entiende que debes identificar y dirigir tus propios sentimientos. Me has dicho que es tu voluntad y que no estás influenciada por nadie; pero piensa bien: esta decisión no es buena ni para ti ni para la criatura; aún si fuese voluntario no pienses solo en ti, detente a razonar el acto con sus consideraciones morales: ¿Para qué quieres abortar? ¿Para ser libre y luego esclava de tu conciencia? ¿Qué quieres matar? ¿A tu hijo? Solo porque te ves rodeada de una sociedad que te lo exige casi como si fuera una obligación… Abraza a tu hijo, no le tengas miedo a la vida, date a él, ámalo. Te quedas confundida cuando te digo que ames, y es que el amor es la única fuerza que puede transformar el universo, y tú lo puedes cambiar. Lamentablemente te amas sólo a ti. Fíjate que existen dos elementos indisociables dentro del amor, uno es que busques tu propia plenitud: ese veo que lo comprendes bien; y el otro es que quieras el bien para el otro, que el amado crezca y se desarrolle. Te invito a amar: abre tu corazón a tu hijo, solo así comprenderás qué es el amor.

Piensa. No te dejes llevar por los instintos, reflexiona un poco sobre lo que llevas dentro de ti que no es una cosa o un mimo, sino un ser nuevo, una persona, no una vida inerte. Ahora quiero que te detengas a pensar un poco sobre qué significa ser una persona, hombre en general… Tranquila, si no lo puedes responder; yo tampoco he podido. Sólo sé que es un ser corpóreo y lo sé porque lo veo, pero sus operaciones tiene un principio y ese es el alma; por lo tanto, lo que llevas dentro de ti es un ser corpóreo espiritual, igual a todo otro ser humano que a pesar de su condición actual, y por el hecho de ser una persona, posee la misma dignidad que toda la humanidad, que tu y que yo. ¿Te crees capaz de violentar algo tan grande como la dignidad a ese ser cuando tú vales lo mismo? No creo, pues es eso lo que nos hace preeminentes, bondadosos y superiores ante otros seres.

También ama la belleza, todos estamos llamados a ello, pero especialmente ama la belleza de la creación. Sé que tal vez esto te redunde, pero dentro de ti llevas una vida. ¡Qué gran poder creador nos han dado! Y me dices: ¿una vida? Pues detente un poco, no respondas aún. Esa criatura posee características preeminentes: es capaz de moverse, crecer… imagínate su primer día en el kínder, cuando llegue corriendo por el jardín de la escuela y te dé un abrazo. En algunos años lo verás obtener su título de Bachiller y luego dejará una gran huella, buscará el perfeccionamiento en el tiempo, quizás sea la persona que consiga la cura de alguna enfermedad mortal o algún grandioso líder que haga que se respeten los verdaderos Derechos Humanos. Quiero que traslades tus manos a tu vientre y sientas cómo late su corazoncito, cómo mueve sus piernas dentro de ti, imagínate cómo en algunos años realizará grandes acciones, pero siempre buscará al ser amado, y por los momentos el único ser que amará será a ti, a su madre. Hoy él es quien necesita de ti; pero mañana, cuando seas mayor, tú necesitarás de él.

A esto respondes diciendo: yo soy libre para tomar esa decisión. Entiendes que eres libre; pero en medio del contexto cultural que va en contra de la dignidad del hombre y que influye en ti, ¿eres libre? ¿Buscas el bien? Sólo cuando lo busques encontrarás el amor. Entre tantas opciones crees que ésta es la correcta… Busca la que de verdad te perfeccione. Acaso ¿eres libre para matar a una inocente criatura? ¿Esa es tu mejor opción? Pero también eres libre para intervenir en la vida social y política, y decir no a esta injusta práctica, que no perfecciona a nadie, que trata de desechar lo humano de la cultura, y solo busca borrar lo imborrable, la dignidad del hombre. Reflexiona.

Uno de los argumentos que repites sin pensar es el de que tu hijo crecerá sin un padre a su lado, sin una familia, primera comunidad natural humana. Pero tú puedes hacer lo posible para cubrir esa figura paterna, en la medida de que te des a él, que busques su bien y que ayudes a su perfección. ¿Qué no es lo común?, me dices. Sí, pero tampoco es común que la sociedad arremeta contra la dignidad del los seres humanos. Comprendo que quieras que tu hijo crezca dentro de una familia, en un hogar luminoso y alegre, y que quieras constituirlo paso a paso; pero tu hijo se adelantó, como un gran y hermoso regalo antes de Navidad. No tengas miedo a tenerlo, ni tampoco, luego de esta experiencia, a entregarte exclusiva y perpetuamente a un hombre, pues esa persona te amará con todo su ser y buscará el bien tanto para el niño como para ti.

Sé que entiendes y quieres tu bien, pero no sólo se trata de ti… ¿Qué sería si tu madre hubiera hecho lo que quieres hacer con el bebé? Yo no tendría a quien escribirle esta carta. Quiero que traigas a tu memoria aquellos momentos de tu infancia, las reuniones familiares en las grandes fiestas; cuando te caíste en el parque y tu madre corrió hacia ti dándote un beso mientras llorabas; cuando viste nacer a tu hermana, o fuiste a aquel concierto que creías aburrido y te quedaste pasmada ante el sonido del violín; o en tus cumpleaños cuando le pides a tu madre que te prepare aquel pastel de chocolate que inunda de buen olor toda la casa y que tanto te gusta por su sabor; tu graduación de Bachiller y el abrazo de tus padres en ese momento; o cuando de pequeña tus amiguitos del colegio iban a tu casa y revoloteaban en la sala, aquella vez cuando rompieron el jarrón de la abuela, tu madre se enojo pero enseguida valoró más que todos estaban bien. ¿Quién eres tú para negarle todo eso a tu niño?... Imagina el vacío que habría en tu familia si tus padres te hubieran abortado. 

Ponte en la situación de que ya abortaste y piensa si serás feliz. Te llenarás de confusión y sufrimiento, y experimentarás la carencia actual de lo amado, es que aunque te quieras deshacer del niño lo amas por el simple hecho de ser su madre, por ser parte de ti. Vuelve a pensar ¿Eres feliz? La felicidad se alcanza dándose a los demás; y tú, ¿te darás a tu hijo? Los humanos no podemos hacer todo aquello que nos plazca. Bien, somos libres; pero si nuestras acciones violentan la dignidad y el ser de los demás, no estamos ejerciendo el raciocinio, por el contrario, nos rebajamos.

Te quedas cortada y dices con voz melancólica que tienes miedo del futuro. Créeme que todos lo tenemos. Pero si nos entregamos a la búsqueda del bien y la verdad, trascenderemos. ¿Vale la pena todo esto? ¿Vale la pena sufrir? ¿Vale la pena amar y entregarse a otro? ¡Sí! Vale la pena, aprende de todas las cosas que te ocurran, acéptalas, asúmelo como propio, valora lo importante y encontrarás un motivo para padecerlas, sólo así encontrarás el sentido del gran valor de lo humano, y podrás dirigir tu destino hacia la felicidad, hacia la complacencia en la obtención de bienes superiores, solo así podrás lograr la perfección humana total, que sólo podrá ser actualizada en el amor.

¿Quieres seguir adelante?

Con cariño,

Daniel Díaz Vizzi.

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