martes, 29 de septiembre de 2015

El niño con el pijama de rayas


La época nazi trajo consigo numerosas historias, numerosos relatos quizás ficticios, quizás reales; pero muy pocas veces se ha detenido a transmitir algo más, a lo que por niños debemos entender ya que por falta de infancia e inocencia no hemos podido reflexionar.

Como calidad de seres imperfectos no hemos descubierto nuestra verdadera calidad de seres humanos, la realidad del bien capaz de ser transmitida por un alma infantil, por un alma vacía de remordimientos y de rencores, por un alma llena de alegría y de paz.

Veamos los dos lados de la realidad, desentrañemos la miseria a la que hemos llegado nosotros, seres humanos, tras la breve reseña de este relato.

Por una parte tenemos a Bruno, por otra, a Schmuel; dos personajes que nos llevaran a conocer la inocencia de la juventud, la verdadera igualdad entre dos seres humanos, la solidaridad, la amistad y la fidelidad mediante una historia trágica idealizada en uno de lo momentos más vergonzosos de nuestra historia.

Bruno proviene de una familia adinerada, mientras Schmuel vive la triste realidad de los campos de concentración nazis. El padre de Bruno resulta ser adepto de Hitler, en cambio, el padre de Schmuel, resulta ser no más que un polaco, judío, y perdido en el campo de concentración; otro más del montón, como Schmuel, del montón de seres desdichados tratados como  animales, como simples objetos.

Diferencias religiosas, diferencias familiares, diferencias de formación, nada en común, tan sólo el simple hecho de mudarse de sus antiguos hogares.

Sin duda alguna resultan ser distintos. Irreconocibles entre sí de no ser humanos. Es justo aquello lo que transmite el escritor, el cómo dejar a un lado las diferencias sin rencor alguno para conocer a otro yo, a una persona con nuestra misma naturaleza pero con distintas características, a convertirnos en un “Schmuel” de un “Bruno”, “nuestro peor enemigo”. De entablar una relación de convivencia digna de ser llamada humana.

La maravillosa historia de amistad terminará en tragedia, dando así a resaltar el fruto y el daño  de la ideología nazi. Un final conocido casi por todos que nos dejará más que impresionados.

El libro resulta ser atractivo por su sencillo lenguaje, una narración muy agradable apta para ser leída sin mayor dificultad. Un narrador omnisciente a veces nos confundirá creyendo que el narrador es Bruno, el protagonista. Al igual que la forma en particular que John Boyne emplea para escribir esta novela, mediante la participación personalizada de cada miembro familiar y con un gran juego del tiempo que nos llevará al mejor entendimiento de lo que leemos.

Gabriel Capriles

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