“La gente no
tiene cultura”. Si esta primera
afirmación dada por el miembro de la Real Academia Española, Alonso Zamora
Vicente, en una entrevista de la
década de los 70, es falsa, el pueblo venezolano habría gozado de una
democracia bien establecida desde hace décadas; no nos habríamos dejado llevar
por discursos pomposos que no son más que la máscara de ideas siniestras. Afirma el escritor Aldous
Huxley: “Cuanto más siniestros son los deseos de un político,
más pomposa en general se vuelve la nobleza de su lenguaje”. Con una lengua completamente “barroca”,
“estética”, sin darle importancia al contenido, no nos han permitido entender
ni un poco de su falsedad; nos llevan a la acción por el sentimiento, no por la
razón ni por nuestra capacidad de pensamiento. Así mismo, poco a poco el
venezolano ha adoptado una política de desconfianza ante estos discursos,
nuestra falta de lenguaje y de cultura no nos han llevado a más que desconfiar,
en vez de razonar, como medio de protección ante las constantes mentiras y
fracasos dentro de nuestra historia.
El lenguaje
nos limita, impide nuestra propia iniciativa. Su empobrecimiento nos lleva a actuar como marionetas de los
actores políticos de cada época; entonces también se ha llegado a afirmar que
el venezolano “es puro sentimiento”, y
como decía el filósofo austríaco Ludwig Wittgenstein “los límites de mi
lenguaje son los límites de mi mente”. Hasta que no gocemos de un lenguaje al menos
aceptable el venezolano seguirá cayendo una y otra vez en el mismo precipicio.
Con esto no
me remito a establecer el lenguaje como la solución a todos nuestros problemas,
decía Rafael Cadenas, pero sí como una necesidad para trasmitir nuestras
propias ideas y para poder captar y razonar lo que se nos transmite. Es decir, sin un buen lenguaje jamás
podremos buscar y ejecutar las VERDADERAS soluciones que necesita nuestra nación.
El
empobrecimiento del lenguaje ha llevado también a empobrecer nuestra cultura. Ya no
se lee ni la parte posterior de un libro, ahora tan sólo leemos los subtítulos
de las películas extranjeras. Basta relatar una anécdota para confirmar estas
palabras. Hace poco, comprando libros para mi tesis de 5to año, sobre Arturo
Uslar Pietri, entré en una librería a preguntar sobre este famoso escritor, uno
de los mejores en la historia venezolana, y la persona “que atendía dicha
librería” me respondió lo siguiente: “sólo vendemos libros de gente famosa”…
¿Gente famosa?
“Muchos
leen”, diríamos en la sociedad actual, pero la gran mayoría de éstos “pocos
muchos” que leen, leen best-sellers escritos en su mayoría por esta “gente famosa”
(“GENTE” mas no “ESCRITORES”) en gran medida mediocres e inmorales, que tienen
un gran éxito en el mercado. La mayoría
de los libros de estrellas de Hollywood dan vergüenza y es lo que ahora se
califica como un buen libro; o, cabe destacar, algunos relatos que por ser
atractivos para la juventud resultan ser los más leídos en nuestra sociedad,
excluyendo a los VERDADEROS libros, los clásicos por ejemplo, que han sido mal
vistos por la juventud; en parte por culpa de las clases de literatura de
nuestro sistema de educación en el bachillerato o por el simple hecho de
ignorar y menospreciar la necesidad que tenemos de "culturizarnos".
Gabriel Capriles
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