martes, 29 de septiembre de 2015

Yo solía tener algo y lo quiero de vuelta

Supón que te encantan los libros, y tienes una repisa llena de los mejores. Llega una persona y se los empieza a llevar; tu no te resistes, no te niegas, simplemente te quedas parado viendo cómo se los lleva. Cuando no tengas que leer, cuando tus mejores libros se hayan ido, ¿a quien le vas a reclamar? ¿A la persona que se los llevo? La respuesta es: no, tú dejaste que se los llevara, así que la culpa es tuya. Tu viste como se llevaba libro por libro, viste como iban desapareciendo, mientras tu estabas muy ocupado para darte cuenta que se los estaba llevando todos. Tal vez estabas haciendo planes para el futuro, tal vez estabas pensando en vender los libros que ya no querías, tal vez estabas pensando en releerlos todos, pero, cuando te diste cuenta, ya no te quedaban libros. Tienes dos soluciones: uno, desistir de la lectura, darte por vencido y encontrar otro pasatiempo, aunque sabes que nada será igual, o, también tienes la opción de ir, buscar tus libros, uno por uno, así como los perdiste, los recuperas. Sabes que será difícil, pero estas dispuesto a recuperar tus libros porque los amas.

Cada año recuperas un libro, de los miles que tenias, pero los vas recuperando. No te das por vencido, porque no eres cobarde y sabes que esos libros por derecho son tuyos y nadie te los puede quitar, ahora es tu deber hacer valer tus derechos. Tal vez muchas personas en tu situación hubieran desistido de la lectura y se hubieran dedicado a otra cosa, pero esos libros para ti significan todo, representan lo que eres, lo que serás.


Llega el día, el día que recuperaste todos y cada uno de tus libros, están exhibidos en tu repisa, no fue fácil, pero lo lograste. Tus hijos les cuentan con orgullo la historia a tus nietos, muchos pensaron que no lo lograrías, pero lo hiciste. Todos tus libros son de nuevo tuyos, como tuvo que haber sido siempre. No te rendiste, no te acobardaste, sabías que se iban a presentar muchos obstáculos, antes y después de recuperar los libros, pero los afrontaste, con la frente en alto y ahora, orgulloso de tu trabajo, lo puedes contemplar, te puedes repetir una y otra vez lo orgulloso que estás, todo lo que hiciste por recuperarlos, cuando otros simplemente hubieran huido de esa tarea. Valió la pena, y sabes que recuperarías tus libros cien veces si fuera necesario, porque después de todo, huir no es una opción para alguien valiente que se propone a recuperar algo que realmente ama.


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