martes, 29 de septiembre de 2015

Río, playas de esperanza.

“¿No estaría el Señor queriendo decir que el verdadero campo de la fe, el verdadero campus fidei, no es un lugar geográfico sino que somos nosotros? ¡Sí!” Así desarrolla el Papa Francisco su discurso durante la vigilia en Copacabana, durante la JMJ Río 2013. Nosotros somos el verdadero campo de la fe. Nosotros somos la verdadera luz del mundo, la sal de la tierra.


Hace unos días millones de jóvenes vivimos una experiencia impresionante, llena de alegrías y contrariedades, pero en el fondo movidos por el amor, por la entrega a los demás, por el servicio. Me alegra estar de vuelta en mi país, Venezuela, y poder comunicar la alegría de haber ido a Río y junto con ella contagiar a los demás, como Francisco fue a Río a contagiarse de la alegría de la fe de la juventud.




Pude aprender mucho sobre comunicar la fe, que no es igual que comunicar cualquier mensaje, es transmitir una palabra viva movida por la caridad de la fraternidad, la esperanza del mensaje y movidos por la luz de la fe. Tuve la oportunidad de trabajar en el Media Center de Copacabana, junto al grupo de voluntarios de la Pontificia Universita’ della Santa Croce de Roma, una experiencia grandiosa, fuerte y enérgica, donde aprendí, gracias al trabajo y a las pequeñas prácticas en el campo de la comunicación, que es comunicar la fe.

El trabajo no fue fácil, muchos voluntarios vivimos momentos fuertes, pero cuando se veía la sonrisa en la cara de un peregrino ya eso era nuestra paga, nos daba fuerza de seguir adelante. Las contrariedades climáticas fueron un episodio clave de la Jornada, sin embargo cuando el Papa estaba con los jóvenes salía un sol radiante, en especial en la Misa de envío; Si bien sabíamos que era invierno, muy pocos nos llevamos ropa para pasar el frío que pasamos; en mi caso nunca pensé comprar una bufanda a la orilla de la playa, en especial en Copacabana, o un chocolate caliente en la vía que lleva a Ipanema.

En la comunicación, mi área de trabajo, me impresionaron las palabras del Santo Padre, sobretodo su fuerza al hablar, prefiriendo hablar en su lengua natal para expresarse mejor, pero sin duda puedo decir que el mejor lenguaje del Papa Francisco son sus expresiones que comunican más allá de lo comunicable, comunica sabiendo donde querer llegar, teniendo claro el destino de sus palabras, a pesar de los cráteres presentes en el camino de los que recibimos el mensaje.

Puedo decir que la JMJ salió debido a que Dios quería que saliera, fueron muchas las contrariedades, sí, pero sus instrumentos, por más débiles que seamos, no nos dejamos abatir a pesar de la brisa, y ahora al llegar a nuestros hogares es preciso ser más fuertes en la lucha diaria.

Esta lucha no es un luchar por luchar; durante su almuerzo con Cardenales y Obispos, el Santo Padre ha señalado la necesidad de la formación. Es algo clave, en especial en la juventud. La juventud de hoy, donde me incluyo, estamos recibiendo un mundo bastante complicado, es urgente que nos formemos correctamente, siempre bajo la luz de la verdad, para salir del balcón y ser los protagonistas que el Santo Padre nos ha pedido que seamos.

El controversial cambio de la vigilia y la Misa de envío es un tema en la boca de muchos. Aparte de la visión dada por el Papa Francisco sobre este cambio, lo veo como la necesidad de vivir una fe más amplia en medio de lo ordinario. Al inicio todo estaba planeado en Guaratiba, algo lejos de Río de Janeiro, sin embargo Dios ha querido cambiar los planes, que sean dentro de la ciudad, ¡Que maravilloso mensaje! Hoy más que nunca es necesario vivir la fe dentro de los ambientes más comunes, no podemos vivir lejos del mundo, pues es allí donde esta nuestra misión.

Es necesario vivir una verdadera amistad en la juventud, fue el mensaje que nos transmitió el Cardenal Cipriani, Primado de Perú, durante una tertulia, la juventud está marcada por la necesidad de relacionarse con los demás de crear verdaderas amistades, y es que en ese darse a los demás, mediante la amistad, es donde en verdad nos conocemos ampliamente.

En el darse a los demás, mediante la amistad es donde podemos ponernos a prueba para responder a una llamada específica de nuestra vocación. Hablar con Dios, tratarlo, escucharle, enamorarse del que nos amó primero, fue la síntesis de la tertulia que sostuvimos con Mons. Javier Echevarría, Prelado del Opus Dei.

Sin duda retorno feliz a mi país. Retorno con la esperanza de luchar más por todo, teniendo presente ese comenzar de nuevo de cada instante. Retorno con la meta de ser un mejor comunicador y con ello contribuir a que el mensaje de la fe llegue a más personas, y no solo llegue, que se practique, que se viva.

Luego de estos días de trabajo puedo decir, como lo dije antes de partir, que la JMJ no es un evento, no es un viaje “de turismo religioso” como dicen algunos, es una experiencia.

La JMJ es una experiencia que deja una gran huella, un gran compromiso. Y es que retorno a Venezuela con el encargo dado por el Santo Padre en aquellas palabras que nos dirigió a los voluntarios, y que no pude escuchar en vivo: “Yo, en cambio, les pido (...) que vayan contracorriente; sí, en esto les pido que se rebelen contra esta cultura de lo provisional, que, en el fondo, cree que ustedes no son capaces de asumir responsabilidades, que no son capaces de amar verdaderamente. Yo tengo confianza en ustedes, jóvenes, y pido por ustedes. Atrévanse a ir contracorriente”.

Es preciso luchar, más a la llegada a nuestros países, para que las palabras del Papa en la JMJ sea fermento de nuestras vidas y no espumas que se esfuman con las olas de la playa, allí radica la esperanza de esta Jornada.

Ir contracorriente es la meta de la juventud del siglo XXI, solo yendo así construiremos un futuro lleno de alegrías y de paz, de la mano de nuestra madre de Aparecida, ante la cual el Papa Francisco nos encomendó, podremos fiarnos de una mano que nos levantará en el camino.


Río de Janeiro. Julio 2013


Daniel Díaz-Vizzi

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