martes, 29 de septiembre de 2015

El Principito, "La Domesticación"


Muestra ser una historia de niños con profundidad de adultos, su contenido es tan complejo que durante décadas se ha intentado descifrar por completo desde distintos puntos de vista. Se adapta a todas las etapas de la vida y muestra un significado distinto para cada una de ellas.

La base del relato está fundamentada en la vida misma, busca representar las características de la humanidad en aproximadamente ochenta páginas, nos da a conocer el significado de la vida de manera sencilla pero a la vez compleja: sencilla, por la capacidad de adaptarse a lectores de distintas edades y reflejar lo escrito con mucha claridad; compleja, por el profundo contenido de cada una de sus páginas.

Las diversas escenas nos muestran la superficialidad y la interioridad humana, el desprecio y la amistad, el bien y el mal; representan al mundo individual de personajes que viven en sí mismos, en su egoísmo; y, de igual manera, representa la convivencia social, la “domesticación”, la relación de amistad entre dos seres humanos.

El Principito se marcha de su planeta, del asteroide B-612, para aprender cosas de la vida. Es un niño dispuesto a conocer al mundo de los demás, dispuesto a buscarle una explicación a la vida y aprender de ella.

Desde su planeta se dirige a diversos asteroides que vienen a ser la representación del mundo individual de cada persona y el rechazo a la convivencia por estar encerrados en sus propios intereses.

Primero se encuentra con un rey que lo trata como un súbdito y sólo está dispuesto a que le sirvan y adulen. Luego se marcha al mundo del hombre de negocios, metido en sus cálculos, desprecia la presencia del Principito y lo ignora por querer contar su riqueza absurda, “sus estrellas”. Por último, se encuentra con un geógrafo enloquecido dispuesto tan sólo a que lean sus escritos, y con un farolero que sólo cumple su deber.

Tras salir de aquellos planetas  llenos de egoísmo, El Principito se marcha a la tierra, el lugar donde encuentra la maldad y el bien; donde consigue las respuestas a las incógnitas con las que ha cargado toda su vida en el asteroide B-612.

Al llegar a la tierra conoce a la serpiente, representante del mal en la tierra; lo primero que le pregunta al Principito es por qué un ser tan indefenso como él habría de venir a un lugar tan lleno de maldad; tergiversando así, como le demostrará el piloto, la realidad de nuestro planeta.

Cuando abandona a la serpiente se encuentra un valle lleno de rosas, se da cuenta de que su rosa, la del asteroide, vanidosa y hermosa, no resulta ser la única, no resulta ser un tesoro cuando El Principito descubre que hay varias de ellas y completamente iguales.

Caminando se encuentra con el zorro, el encuentro más conmovedor de toda la historia. El Principito lo domestica y consigue ser su verdadero amigo, logra descubrir que la “domesticación”, ese apreciar o querer a alguien, hace de las demás personas algo especial, único e irremplazable; llegando a mirar lo esencial, “aquello que no es capaz de verse con los ojos”, reconociendo en el otro su verdadero significado y valor.

Por último, viene a darse el encuentro más importante de la historia: el Principito con el piloto, a quien le cuenta toda su historia. Hablando a solas en el desierto del Sahara se conocen mutuamente y se domestican, resultan ser inseparables amigos; desconocidos y de edades muy distintas que al ver lo esencial de cada uno en el otro crean una amistad irremplazable que será motivo de una historia extraordinaria.

Y es justo esto, la domesticación, uno de los temas que más resalta en la historia ya que es lo que nos enseña a valorar las cosas y a valorar a los demás, a saber de que a pesar de que hay un valle lleno de rosas, un planeta repleto de humanos, el domesticar al otro es lo que lo hace único, lo que lo hace especial e irremplazable.


Gabriel Capriles

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