martes, 29 de septiembre de 2015

Oficio de Difuntos



De nuevo Uslar Pietri logra, con un lenguaje envidiable y con un buen drama, dar en el clavo. No supera su obra maestra “Las Lanzas Coloradas” pero alcanza su objetivo.

Esta novela sobre Juan Vicente Gómez, dada a conocer al caudillo de la época, logra identificar con perfecta exactitud la personalidad, la psicología del caudillo más significativo dentro de nuestra historia.

Todo comienza con la triste vida de un sacerdote descaminado, dado al placer y al poder adquirido por esta dictadura (el padre Solana) bebedor excesivo y poeta de versos amorosos que muestran su falta de voluntad y su cobardía. Es un hombre avergonzado de si mismo que lucha por motivos vanos que van en contra de sus principios. Es, sin duda alguna, el personaje más trágico de esta historia.

Luego de establecer un comienzo atractivo que hace referencia al final de la novela con el personaje ya nombrado, Uslar nos narra la juventud del General Aparicio Peláez (General Gómez), relata una juventud dura, dada al trabajo del campo, con un mal ambiente, con una mala educación que estará presente en toda su vida. Nos narra su adolescencia, un hombre trabajador, un hombre que lucha por salir de la miseria en la que se encontraba, para luego conseguir ser un importante comerciante.

El lazo de amistad que establecerá con el General Prato (Castro) en su  primer encuentro y que los transformará en hermanos, llevará a ser de este comerciante el dictador con más duración en el poder de nuestra historia.

Muestra la personalidad cautelosa y prudente de Gómez, prudencia que en ocasiones pudo costarle el poder y la vida; a diferencia de Castro, desenfrenado e imprudente, más espontáneo, se dejaba llevar por sus instintos, actuaba apenas se le mostraba la oportunidad, no planeaba sus proyectos, todo era improvisación; era muy distinto a Gómez.

La lealtad y la confianza son los valores necesarios para mantener el poder por medio de amistades. La desconfianza, muy común en estos caudillos soberbios y ambiciosos, eran el motivo principal del rompimiento del período gubernamental alargado por intereses personales.

La disciplina y la acción tosca no se excluye de la personalidad de ningún caudillo, la violencia y la censura como medio “necesario” para mantenerse en el poder; la privación de libertades para alargar su período constitucional. He aquí el peligro de un presidente militar, no busca igualdad ni democracia, sólo poder y mando.

La vida cautelosa del general Peláez (Gómez) se muestra claramente, al igual que su incremento de cargos dentro de la jerarquía política. Todo era cuestión de amistad con el General Prato (Cipriano Castro) pues en estos gobiernos no se busca más que a gente de confianza, en su mayoría incompetentes pero fieles a la ejecución de sus requerimientos.

La mentira no viene a extinguirse en la vida de los grandes caudillos, viene atada, en el caso de Gómez, a una gran prudencia y, al mismo tiempo, a una gran ignorancia, que sabe maniobrar perfectamente para llevarse consigo un gran número de adeptos.

El grupo de los intelectuales que rodeaba en las tertulias al General Gómez dan vergüenza por su ingenuidad, creen en la ignorancia del caudillo pero nunca se dan cuenta de su astucia. Eran un grupo de transmisores de cultura, cultos que intentando derrocar al mandatario se veían cada vez más débiles por sus constantes fracasos.

Otros personajes destacados como Elodia Chano, muestra de inconformismo y desobediencia, lanzada al lujo ofrecido por el General Peláez, termina arrepintiéndose de sus faltas al ver que ya el único emisor de sus deseos había muerto con Gómez.

Los conflictos de la época con el matrimonio se muestran de una manera muy clara, Gómez lo desprestigia desde un principio, ya sea por miedo a este compromiso o a seguir viviendo una vida inmoral resguardada o enmascarada de un silencio astuto que lo acompaña desde el comienzo de su ascenso al poder hasta su muerte en 1935.

Gabriel Capriles


No hay comentarios:

Publicar un comentario