martes, 29 de septiembre de 2015

El Cambio de Sistema

El sistema político venezolano atraviesa diametralmente nuestra historia. No han habido varios sistemas, a pesar de haber sido colonia española, habernos proclamado República, perderla, ser Gran Colombia, decirnos liberales, organizarnos de forma federal, vivir el centralismo, definirnos como Estado Social de Derecho y de Justicia y gritar patria socialista o muerte.

Al alejar la lupa un poco, tanta incoherencia puede llegar a ser comprendida. Existen varios hilos conductores en todo tiempo y lugar venezolano; hilos que en vista de tan extremas necesidades y males, poco son tomados en cuenta, dejándonos llevar por sus caudales, votando por un peor remedio que la misma enfermedad, y que son los elementos que caracterizan el entramado de normas y valores sobre los que se hace política en el país.

¿Quién niega el personalismo como requisito para ejercer liderazgo político en Venezuela? ¿O acaso la política venezolana no se mueve principalmente de forma electoral, en la que un nombre (un hombre) es exaltado como representación de todas las soluciones que exige el pueblo? Aunado encontramos que antes y después de la aparición de las elecciones, esos hombres han debido demostrar su capacidad para guerrear y controlar una montonera, de una forma u otra, para acceder a la silla. El caudillo nos gobierna, y Venezuela siempre será una pequeña finca que se encuentra y domina.

¿Quién niega al Estado como proveedor de cuanto bien y servicio sea necesario, o cuanta cosa sea considerada en nuestro imaginario como factor de progreso? Pero en razón de lo anterior, hoy el Estado venezolano es incapaz de respirar por la deuda, con un corazón productivo escuálido y con un sangrado constante por la corrupción de quienes tienen que manejar tantos recursos con sus propias manos.

Por otro lado y en relación, evidentemente, el militarismo está tan arraigado que hoy tenemos un civil que le interesa aparecer frente a cámaras rodeado de uniformes verdes y que maneja un lenguaje belicoso y una postura retadora (sin llegar a ser firme y disciplinada), junto con muchísimos militares en puestos ejecutivos y administrativos.

Más se pueden nombrar, y cada uno desglosados con mayor profundidad, pero consideramos que lo importante a resaltar es lo poco criticados que son estos elementos, e incluso, defendidos en las voces de los más radicales opositores, consciente o inconscientemente. De igual forma el planteamiento de un cambio de sistema político, como respuesta a la crisis coyuntural que atraviesa el país alcanza más bocas donde anidar, sin florecer en argumentos.

Al parecer quiere referirse a la sustitución del Régimen Chavista con todos sus voceros y maneras, pero, ¿qué podría quedar de eso? ¿Es realmente factible? ¿Por qué lo van a sustituir?, no se hable del cómo, aunque estamos claros que es necesario.

Tal vez la situación tan terrible del país haga agua a la boca para pensar en un cambio rápido de las cúpulas, pero los males de la política venezolana no son culpa de los vende-patria que hoy están “gobernando”; no por nada siempre se ha explicado el chavismo como resultado de la mal llamada Cuarta República. Nos podemos ir mucho más atrás, encontrando similitudes y explicaciones reales, como las citadas. Luego, deberíamos de poder encontrar soluciones reales. El trabajo, por lo tanto, debe ser más profundo. 

Conocer la historia, interpretarla y aprehenderla correctamente es necesario para poder desmenuzar la situación y realizar las acciones pertinentes; hallar esos hilos que la atraviesan, conocerlos lo suficiente para lograr romperlos definitivamente y reivindicar nuestra esencia nacional, significará entonces un verdadero cambio del sistema. A su vez, se requiere de un entendimiento profundo y elevado de la política en sí misma y de la acción política, pues la política es la agregación de valores a la sociedad, siendo precisamente los valores y normas que nos agrupan lo que hay que atacar.


Alfredo Rodríguez

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