Éste era nada menos que el Zar de Rusia, al que llamaban el Grande. Hijo
del segundo matrimonio del Zar Alexis, quien había tenido ya dos hijos y una
hija en su primer matrimonio. A la muerte de Alexis, siendo Pedro aún muy
joven, es excluido del trono por sus medios-hermanos que querían ejercer el
poder absoluto.
Este hecho, más allá de ser negativo, impregnó a Pedro de cierto
espíritu aventurero, el que lo llevaría a recorrer las calles de Europa,
conocer sus costumbres y traerlas a la oriental y anticuada Rusia Ortodoxa.
Asciende al trono ruso en 1682 en una situación conflictiva y
sangrienta. De manera inesperada mueren sus dos hermanos y logra acabar con las
intenciones de su hermana a ejercer el poder. Luego de esta situación
lamentable Pedro decide emprender su primera hazaña militar: atacar en Azov a
las tropas turcas. Obtiene la derrota, pero no se lamenta. Sigue adelante y
logra, con medidas europeas de batalla, modernizar su ejército. Pero debajo de
esta actitud de hierro se escondía la vida desenfrenada de vicios y violencia
que ejercía como pasatiempo.
Para modernizar su nación decide viajar a Holanda en aquel año de 1697
para ser partícipe de las nuevas reformas que debía ejercer en su nación. Al
volver modifica el calendario ruso; ya el año no empieza el primero de
septiembre sino en enero, impone la vestimenta europea para execrar la
tradicional rusa y poco a poco va modificando todo detalle de atraso oriental.
Ahora, en la década de 1700 toma la iniciativa de construir una flota
marítima, pero para obtener este acceso debe atacar a los suecos. Para alcanzar
la victoria deberá construir una ciudad grandiosa, la idealización de Europa
según sus caprichos, la magnánima San Petersburgo. Luego de unos largos
veintiún años Pedro alcanza la victoria y logra transformar la antigua y
desconocida Rusia en la potencia más grandiosa del mundo entero.
Es consagrado como “Zar de Todas Las Rusias”. Su poder resulta
insuperable, ni siquiera por su hijo, a quien mata en su camino ya que parece
interponerse en la europeización rusa. Su ambición de poder sigue floreciendo,
pero se marchita en 1725, cuando la muerte llega a sus puertas. Ahora se ha
perdido al gran reformista ruso pero su obra quedará para la posteridad a pesar
de las vidas que se perdieron y las desgracias e insolencias que se vivieron
para alcanzarlas.
Gabriel Capriles
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