En la actualidad muchas personas viven como si el tema de la muerte no
fuera con ellos. Como si fuera algo alejado de la realidad. Debemos estar
preparados – aunque sea difícil – para enfrentarnos con la muerte. Más que
preparados, debemos estar conscientes de que – como le ha pasado a muchos a
nuestro alrededor – algún día nos tocará rendir cuentas de nuestras acciones
realizadas en nuestro hogar provisional: la Tierra. Citando el discurso
pronunciado por Steve Jobs en Stanford: “si vives cada día como si fuera el
último, es muy probable que algún día hagas lo correcto”. Si procuramos actuar
de esta manera quizá nos sea mas fácil – sabiendo que es muy difícil – afrontar
la muerte de algún ser querido o persona cercana. El vivir conscientes de que tenemos un
fin, muchas veces nos ayudará a tomar las decisiones mas acertadas: “Recordar
que moriré pronto constituye la herramienta mas importante que he encontrado
para ayudarme a decidir las grandes elecciones de mi vida. Porque casi todo –
todas las expectativas externas, todo el orgullo, todo el temor a la vergüenza,
al fracaso – todo eso desaparece a las puertas de la muerte, quedando solamente
aquello que es realmente importante. Recordar que van a morir es la mejor
manera que conozco para evitar la trampa de pensar que tienen algo que perder”.
En palabras de San Bernardo de Claraval: “La muerte os espera en todas partes;
pero, si sois prudentes, en todas partes la esperáis vosotros”.
Otro aspecto que debemos tener en cuenta – sin sentido trágico – es que
la vida es corta, y el tiempo pasa muy rápido. Hay que aprovecharlo al máximo
para hacer fructificar todos los talentos que Dios nos ha dado. Citando a San
Josemaría Escrivá: “a los cristianos la fugacidad del caminar terreno debería
incitarnos a aprovechar mejor el tiempo (…) verdaderamente es corto nuestro
tiempo para amar, para desagraviar”. La realidad de que el tiempo es breve nos
debe llevar a trabajar más y mejor para dejar en el mundo un surco hondo y
ancho, luminoso y profundo.
Por
último, hay que evitar ver la muerte como un final trágico. Sabemos que mas
allá tendremos un premio – o un castigo, si es el caso, y aunque muchos se
empeñen en negarlo – según nuestras acciones en la tierra. Por eso ¡vale la
pena! vivir la vida con alegría de que, si cumplimos lo que Dios quiera, nos
espera una felicidad sin límites, junto con todos nuestros seres queridos que
ya han partido. Y alguno me podrá decir que no tengo pruebas de que el Cielo o
el infierno existan. Ciertamente, pruebas científicas no poseo. Además, para el
que quiera creer tengo mil argumentos, para el que no quiera, no tengo ninguno.
Lo sé por fe. Y lo importante es que tengo una inspiración ¡y grande! para
luchar en esta vida. Deseo terminar con una frase de Mahatma Ghandi: “si la
muerte no fuera el preludio a otra vida, la vida presente seria una burla
cruel”
Alberto L.
Minguet
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