Las elecciones presidenciales del pasado 7 de octubre fueron, además de una derrota para la "oposición", una luz que esclarece a los simples mortales y a otros grupos la realidad política del país. Realidad a la que, no está de más decir, se hacía todo el esfuerzo posible para no ver. Los resultados fueron un balde de agua fría que puso a todos en la tierra.
Lo que deja ver más claramente las
cifras, y la principal realidad que desde hace varios años se ignora
descaradamente, es la mayoría importante de adeptos al presidente sobre los
contrarios a éste; en otras palabras, la "oposición" es el grupo
minoritario. En relación al grupo claramente mayoritario, me abstengo de pensar
que son necesariamente adeptos a la propuesta ideológica de gobierno; pesa
mucho más la personalidad y todo el capital (político, humano, financiero,
histórico) del cual está revestido el principal mandatario. Esta
seudo-ideología del gobierno cumple la importantísima función, a pesar de su
abstracción, de codificar la política en términos sencillos, pegajosos y
prácticos; lo que me lleva a la siguiente realidad que brilla gracias a los
comicios y que considero se entiende mejor como premisa: el pueblo venezolano
es profundamente apolítico. El voto del venezolano responde a la identificación
que sienta por el candidato y no a una verdadera reflexión sobre su propuesta y
el futuro del país. La política para el venezolano es un mal necesario y los
políticos son, por un lado, unos selectos inmorales y megalómanos, y por el
otro, los que tienen el dinero y me resuelven necesidades. En mi opinión, la
segunda visión del político es peor que la primera pues, además de ser
indiferente por la política, transforma nuestro sistema democrático en una
esporádica compra de votos, manteniéndose el pueblo estancado en la inacción y
subdesarrollo y haciendo a la acción de gobierno corrupta e ineficaz. No
viviendo los individuos venezolanos realmente la política, no podemos hablar de
la existencia de la sociedad venezolana, una consecuencia necesaria y atroz.
Otra realidad evidente que resulta de elecciones pasadas
es la consolidación del ejecutivo por el siguiente periodo constitucional. A
pesar de evidente considero necesario destacarla pues nos revela que las
próximas acciones del gobierno están respaldadas por la mayoría de la
población; para explicarme mejor, hay quienes podrían hablar de la legitimación (aunque
tengo mis reservas sobre el uso del término legitimar) del proyecto
bolivariano, realidad más dura de aceptar, pero no tomarla en cuenta no haría
más que hacer irreversible el proceso en el cual la nación ha sido insertada
por moción del Ejecutivo. Cabe aclarar que mi pensamiento acerca de la
propuesta del gobierno no es positiva, por lo tanto, las pasadas elecciones
significaban para mí un punto de inflexión en la historia del país; para bien
ganando Capriles, para mal ganando Chávez, sobre todo temiendo que la segunda
opción fuese sustentada por una mayoría importante de votos, pues como se dijo,
consolida el proyecto bolivariano que tanto mal ha hecho y que se perfila a
males mayores.
No todo está perdido. (Aunque invito a
todos a reflexionar sobre lo que se ha perdido) El proceso electoral dejó cosas
buenas para la "oposición" que constituyen otras realidades que no
deberían dejarse a un lado. Primero que nada los opositores tienen una fuerza
de unión que no solamente los agrupa y representa, sino que ventila
controversias y los coloca en un camino organizado: la MUD; muestra de ello es
haber sido la tarjeta con mayor cantidad de votos, incluso sobre los partidos
más fuertes y con escasa propaganda. La mesa de la unidad, además, brinda al
conglomerado de contrarios al régimen de una estructura organizativa, que los
conforma en un grupo político, es decir, en verdadera oposición. Oposición es
el término que no deben olvidar y que deben llevar a su máxima expresión de
aquí a futuro; debe la mesa aprovechar esta oportunidad que le dejó los
comicios y mantenerse como fuerza política capaz de cambiar el gobierno. De esto
depende mucho las elecciones a gobernador. Sumándosele a la MUD, encontramos a
Henrique Capriles, nuevo líder que se ganó el respeto y la aceptación del
pueblo venezolano.
Capriles aporta el mayor logro, y más
importante realidad que hay que tener presente, a la oposición; la reviste de
un rostro político, una nueva y diferente forma de hacer las cosas; lo cual le
da pie a la oposición para ser oposición. Ya no es sólo el desagrado por las
políticas del presidente, ahora la oposición le puede presentar al país una
verdadera opción. Opción que no deben vacilar en poner en práctica y a hacer
que dé frutos para poder pensar en derrocar a Hugo Rafael.
Por último, y considerando todo lo
dicho, la mayor realidad que hay que digerir es la responsabilidad de cada
individuo de tomarse la política en serio, de no dejarse llevar por desánimos,
desganas ni ensueños, es la realidad de que un país no se construye sólo
gracias a los líderes y a las élites, sino también a la acción diaria y
correcta de cada ciudadano que se gane ese título. Hay que hacer política y eso
depende de ti. Ese el camino.
Alfredo Rodríguez
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