martes, 29 de septiembre de 2015

¿Nos vamos o nos quedamos?


“Yo me voy, aquí no hay nada que hacer, aquí no hay futuro”. Lamentablemente, esa es la frase que he escuchado más en los últimos días. Y todos sabemos que se refiere a nuestra querida Venezuela, que atraviesa – sin lugar a dudas – el capítulo más negro de su historia.


Razones para irse hay de sobra, y muy válidas. Nuestra patria se ha vuelto hostil. Mejor dicho, la han vuelto hostil – premeditamente - sus despiadados dirigentes. Y desgraciadamente, lo han logrado perfectamente: no hace falta explicarlo, todos lo comprobamos diariamente.

Razones para quedarse: ¡miles, y también muy válidas! Sin duda alguna – y creo que no soy el único que pienso así – vale la pena luchar por esta patria tricolor. 

Lo primero que debemos hacer – y enseñar a hacer – es amar al país. Este amor no se trata de repetir palabras bonitas sobre esta tierra, ni de escuchar la canción “Venezuela” y sentir “el pecho inflado de orgullo”. Consiste en querer de veras al país, trabajando con honestidad, pensando en el bien común, y no simplemente en los propios intereses y egoísmos. Porque me atrevo a afirmar que es éste uno de los grandes males que atañe a Venezuela (y al mundo entero): el pensar siempre en uno mismo, sin darle importancia ni al país – al que se deben muchas cosas – ni a sus conciudadanos. Y una consecuencia de esta actitud es la corrupción, a la que debemos en gran parte el deterioro socioeconómico y moral reinante en nuestro país. ¿Qué es la corrupción, sino el afán por “arreglarse” a expensas de lo que sea, incluido el bien común? Y hasta que no se cambie esta mentalidad personalista – tan común en el mundo actual – no saldremos adelante como sociedad. Porque – en palabras de Bertolt Brecht – “si el vaso no está limpio, lo que en él derrames se corromperá”.

El segundo aspecto a trabajar – y no por esto menos importante – es resaltar las cosas buenas del país, convencidos de que hay ¡y muchas! Esta patria está llena de gente “echada pa´lante”, trabajadora, honesta, amigable. Basta pensar en esas madres que viven en un barrio y que se levantan tempranito para preparar a sus hijos, llevarlos al colegio y luego irse a trabajar para sacar el hogar adelante. ¿Qué el gobierno ha fomentado la vagancia y la vagabundería? No lo niego, pero eso no incluye a la mayoría de los venezolanos. ¡Cuántas personas trabajan constantemente – y en silencio – por este país! Así que no cabe desanimarse, sabiendo que hace más ruido un árbol cayendo que un bosque creciendo. 

El tercer aspecto a tratar es una virtud fundamental en la vida: la esperanza. Nuestro país – y el mundo entero – atraviesa una profunda crisis de desesperanza, aupada – no me cabe duda – por el gobierno nacional. Convenzámonos de que las cosas pueden - ¡y deben! – estar mejor. Y esto último depende principalmente de la juventud, la cual es “el mañana”. Los jóvenes son y serán la esperanza de este país, el cual espera mucho de nosotros. 

Para terminar, les dejo una profunda y esperanzadora reflexión: “En el corazón de todos los inviernos vive una primavera palpitante, y detrás de cada noche, viene una aurora sonriente”.

Que Dios y la Virgen de Coromoto protejan hoy, mañana y siempre a nuestra patria. 


@AMinguetC

aminguet1193@gmail.com



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